Essay
Drug Science Implementation & Society Medicine & Psychiatry


Una historia de la ciencia de éxtasis

"Uno de los hechos inescapables de la vida es que con MDMA, como con todo lo que combina tanto promesa y amenaza, hay protagonistas y antagonistas intensos. Y ambos grupos son vocales." - Alexander Shulgin10

Conocida en las calles como “éxtasis”, no todo el mundo consideraría a la 3,4-metilendioximetanfetamina (MDMA) precisamente como un fármaco o como una sustancia psicodélica. Esta sustancia parece ser percibida por el público en general más como un estimulante consumido en fiestas, clubes nocturnos y festivales. Según reportes en los medios de comunicación, los asistentes a este tipo de eventos parecen sufrir frecuentemente los efectos de pastillas adulteradas y otros riesgos de su uso recreativo, con graves consecuencias.

Otras personas que han tenido experiencias con la droga o quienes la usan pueden conocerla con el nombre de la “droga del abrazo”, debido a sus efectos empatógenos. Sin embargo esta concepción, ignora la historia de la MDMA en el contexto psicoterapéutico, la complejidad de sus riesgos y peligros, y los hallazgos científicos más recientes que indican la utilidad de la MDMA como complemento en la psicoterapia. Las complejidades de la investigación de la MDMA se abordarán en este artículo, esbozando la historia de la MDMA y sus investigaciones científicas.

Descubrimiento e investigación inicial

La historia del éxtasis comienza en 1912, cuando químicos de la farmacéutica Merck la sintetizaron y patentaron por primera vez como un intermediario en una reacción química utilizada para fabricar agentes coagulantes de la sangre. Después de la primera descripción de su fórmula química en 1912, se realizaron algunas pruebas farmacológicas en Merck en 1927, aunque, los detalles de estos experimentos son, desafortunadamente, difíciles de rastrear1. Los efectos psicológicos de la MDMA en humanos no fueron investigados científicamente sino hasta finales de la década de 1970.1 Esto solo se hizo después de su aparente uso como droga de la calle, como lo indicaban las incautaciones policiales de la sustancia a principios de la década de los 1970.2

En 1978, Alexander Shulgin y David Nichols publicaron un capítulo en un libro, titulado “Caracterización de tres nuevos psicotomiméticos”,3 describiendo los efectos psicológicos de sustancias químicas relacionadas con sustancias psicoactivas conocidas. En esta publicación, describieron a la MDMA como una droga que “parece evocar un estado alterado de conciencia con connotaciones emocionales y sensuales que puede ser fácilmente controlado”3 y compararon sus efectos con los del cannabis, dosis bajas de MDA y psilocibina sin alucinaciones sensoriales3. Estos efectos distintos de la droga en comparación con los psicodélicos clásicos llevaron más tarde a Nichols a identificarla como parte de un subgrupo de psicodélicos introducidos específicamente por la MDMA: los entactógenos.4

Popularización y criminalización

Fue también Shulgin quien introdujo la MDMA a los psicoterapeutas a mediados de la década de 1970 y, posteriormente, la utilizó como complemento de la psicoterapia sin la aprobación formal de la  Administración de Drogas y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés). Desde finales de los 70 hasta mediados de los 80, el uso de MDMA entre los terapeutas aumentó lenta pero constantemente; aunque sin investigación científica controlada sobre sus efectos en la terapia durante este tiempo.5 Esto sucedió cerca de 10 años después de que la LSD, de manera similar, se usara en psicoterapia clandestina y posteriormente se prohibiera. Al igual que con la LSD, con el tiempo la MDMA atrajo cada vez más la atención por sus efectos recreativos. Algunos distribuidores comercializaban la droga en la calle con el nombre de “éxtasis” para consumidores recreativos. Los terapeutas, por otro lado, se referían a ella como “Adam”.6.7

Con una popularidad creciente entre los usuarios recreativos, la MDMA no pasó desapercibida para los políticos y las autoridades. En primer lugar, en respuesta a la observación del senador de Texas Lloyd Bentsen sobre su uso generalizado en los clubes nocturnos de Texas, la Agencia de Control de Drogas (DEA) declaró su plan para regular la MDMA como una sustancia en la Lista I de estupefacientes, en 1984.5 Afirmaban que la sustancia carecía de un uso médico reconocido. La planificación de incluir a la MDMA en dicha lista fue inmediatamente impugnada por un grupo de profesionales e investigadores de la salud mental que solicitaron la audiencia de expertos en el proceso de determinar el futuro estatus legal de la sustancia. Sin embargo, en julio de 1985, la DEA prohibió temporalmente la MDMA durante un año debido a hallazgos previos sobre la neurotoxicidad de su análogo químico MDA, así como a su amplia disponibilidad. Después de las audiencias, el juez responsable recomendó que la MDMA se incluyera en la Lista III en mayo de 1986, afirmando que creía que la MDMA tenía un uso médico aceptado; lo cual habría permitido su investigación y su uso en terapia.5

Sin embargo, “el administrador de la DEA, John C. Lawn, no estaba convencido […]” 5 por el fallo del juez y la DEA anuló su decisión, argumentando que la MDMA no era un medicamento regulado por la FDA y, por lo tanto, no tenía un uso médico aceptado. El psiquiatra de la Universidad de Harvard Lester Grinspoon y Earth Metabolic Design Laboratories (EMDL, un predecesor de la Asociación Multidisciplinaria para la Ciencia Psicodélica – MAPS por sus siglas en inglés) presentaron posteriormente una apelación basada en el argumento del uso médico de la FDA y la mala conducta de la DEA, que había realizado la adición de emergencia de la MDMA a los listados de estupefacientes antes de obtener la autorización formal para hacerlo, lo que anulaba la decisión del juez.5,8 Se concedió la apelación y, por lo tanto, la MDMA se mantuvo por fuera del listado.

Al mismo tiempo, varios artículos publicados en revistas científicas abogaban por el potencial terapéutico de la MDMA. George Greer,9 quien facilitó muchas sesiones de terapia asistida por MDMA, publicó una descripción general de los efectos subjetivos reportados por los pacientes que tomaron la sustancia durante la terapia. Alexander Shulgin10 describió un resumen completo de los antecedentes químicos de la MDMA y lo que se sabía sobre su farmacología. Lester Grinspoon11 describió los antecedentes teóricos que subyacen a la evidencia anecdótica de la psicoterapia asistida por psicodélicos, con especial énfasis en el potencial de la MDMA. Philip Wolfson,6 psiquiatra de San Francisco, presentó estudios de casos clínicos de psicoterapia asistida por MDMA y trató de especificar en qué situaciones puede ser útil y cuándo podría tener limitaciones y peligros graves. Además, financiado por EMDL, Joseph Downing12 publicó un estudio sobre los efectos fisiológicos y psicológicos de la MDMA en voluntarios humanos, en el cual concluye que “solo se puede decir que la MDMA […] tiene efectos psicológicos notablemente consistentes y predecibles que son transitorios y libres de manifestaciones clínicas de toxicidad mayor”.12 Y, también financiado por EMDL, Charles Frith y sus colegas administraron MDMA a perros y ratones.13 Afirmaron que “cambios neuropatológicos no eran evidentes en ninguna de las especies”, desafiando así las preocupaciones sobre la neurotoxicidad semejantes a la de la MDA. A pesar de estos intentos de justificar el uso terapéutico de la MDMA, la DEA finalmente colocó el medicamento en la Lista 1 en marzo de 1988.5

Después de la clasificación en la Lista 1

Poco después de su clasificación, George Ricaurte et al.14 publicaron una primera investigación sobre los riesgos neurológicos de la MDMA basada en hallazgos en primates no humanos. Este grupo de investigadores de Johns Hopkins fue el primero en demostrar que el agotamiento de la serotonina, así como los cambios estructurales en el sistema de la serotonina, se encuentran entre las consecuencias del consumo de MDMA. Simultáneamente, el uso recreativo de MDMA en forma de pastillas de éxtasis con música electrónica de baile comenzó a extenderse por todo el mundo. Dado que la MDMA era ilegal en casi todas partes, el auge de lo que se comenzó a considerar como “abuso ilegal” les permitió a los legisladores proporcionar fondos generosos para investigar los riesgos y peligros del uso ilícito de la sustancia.

Este paradigma centrado en el riesgo se estableció para dominar la investigación de MDMA durante las décadas siguientes. La mayor parte de la investigación sobre los riesgos de la sustancia que se acumularon durante ese tiempo fue examinada críticamente por el psicólogo de Liverpool Jonathan Cole,15 quien sostiene que los últimos 30 años de investigación sobre el éxtasis y sus resultados deben entenderse en el contexto de lo que él llama el ‘paradigma del éxtasis’: Desde que la MDMA se convirtió en una droga ilegal, su investigación científica y el discurso público se han vuelto sujetos de normas morales sobre el consumo de drogas. Cole argumenta que se volvió imperativo para los científicos demostrar que la MDMA es peligrosa, lo que presumiblemente condujo a múltiples fallas en el razonamiento y metodologías y, por lo tanto, a hallazgos científicos sesgados.

Por ejemplo, Cole afirma que hay un sesgo de publicación sistemático en la literatura centrada en el riesgo. Lo ejemplifica utilizando una situación en la que se rechazó uno de sus artículos, que indicaba que los consumidores de éxtasis pueden no tener una discapacidad psiquiátrica como sugerían otros investigadores. Uno de los revisores pares anónimos, a quien Cole implica como parte del problema, comentó que encontraba los datos difíciles de creer.15

La investigación científica sobre los efectos terapéuticos de la MDMA se vio efectivamente bloqueada por su inclusión en la Lista I. Sin embargo, los esfuerzos organizados para permitir la investigación sobre estos aspectos de la MDMA ya se habían realizado en el momento de la clasificación. El EMDL se fundó para impugnar la inclusión de la MDMA en los listados por parte de la DEA. En respuesta a su inclusión en esta lista y a la falta de evidencia que respaldaba esa decisión, uno de los cofundadores de EMDL, Rick Doblin, inició MAPS con la idea de crear una compañía farmacéutica sin ánimo de lucro que “facilitaría la investigación de los usos terapéuticos de la psicoterapia asistida por MDMA”.8

El clima político, sin embargo, siguió siendo desfavorable hasta hace relativamente poco tiempo. A lo largo de los años, se han publicado más artículos científicos que se basan o se construyen sobre los artículos de 1986 para defender la psicoterapia asistida por sustancias, y específicamente la psicoterapia asistida por MDMA.14-18 Finalmente, José Bouso et al.21 llevaron a cabo el primer ensayo clínico controlado aleatorio financiado por MAPS que investigaba la psicoterapia asistida por MDMA. Su estudio, para el cual comenzaron a inscribir a pacientes con trastorno de estrés postraumático (TEPT) en 2000, se cerró prematuramente en 2002 debido a la presión política, dejando a 23 de 29 pacientes sin tratamiento y con datos insuficientes para el análisis estadístico.8,21

Impertérrito, MAPS financió los ensayos clínicos de Michael Mithoefer22-24 en los EE. UU. y el ensayo clínico de Peter Oehen25 en Suiza. Pese a las pequeñas inconsistencias en los resultados, posiblemente debido a los pequeños tamaños de muestra, los estudios indicaron que la psicoterapia asistida por MDMA es un enfoque terapéutico prometedor para el TEPT.26,27 Adicionalmente, un estudio reciente financiado por MAPS indica que la psicoterapia asistida por MDMA puede disminuir los síntomas de ansiedad social en adultos en el espectro autista.28

A diferencia de la investigación clínica y forense aplicada, a lo largo de los últimos diez años, la MDMA también se ha estudiado cada vez más desde una perspectiva científica fundamental. Este enfoque no se centra en los efectos positivos o negativos de la MDMA, sino en la investigación neutral de sus efectos en los seres humanos. Si bien ya se han obtenido datos farmacológicos en el contexto de la ciencia forense, algunos campos no emergieron sino hasta después del resurgimiento de la investigación de la psicoterapia asistida por MDMA en la década de 2000. Por ejemplo, los efectos de la MDMA en la cognición y el comportamiento socioemocionales humanos se han investigado desde 2009.29-31 Además, algunos investigadores están realizando estudios mecanicistas en los que ciertos receptores se bloquean farmacológicamente con el fin de esclarecer la neurobiología que sustenta los efectos psicológicos de la MDMA.32-34 Ambos enfoques no solo amplían nuestro conocimiento de la MDMA y sus efectos, sino que también brindan información única sobre la neurobiología que subyace a los complejos procesos cognitivos y afectivos. Si bien estos avances pueden tener implicaciones menos inminentes para la práctica, ofrecen un gran potencial para el avance científico general y la investigación traslacional para el futuro.

Cambiando paradigmas: direcciones futuras

Durante años, la investigación sobre la MDMA se ha limitado a investigar los riesgos de su uso recreativo. Esto parece deberse principalmente a la limitada base de pruebas sobre los efectos terapéuticos de la sustancia en el momento de la clasificación de la DEA. Aun así, en gran parte gracias al trabajo persistente de MAPS, ahora podemos distinguir entre varias líneas de investigación de MDMA. Estas líneas corresponden en parte al uso dual de la droga en contextos recreativos y terapéuticos, pero recientemente comenzaron a incluir también investigaciones científicas básicas. Esta investigación busca permitir no sólo una gestión más precisa de los riesgos del uso recreativo y un mejor tratamiento de las condiciones de salud mental, sino también lograr avances científicos generales.

 

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Referencias:

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